Agustín de Iturbide verdadero consumador de la Independencia de México, por Humberto Peraza y Ojeda
Agustín de Iturbide, el verdadero consumador de la Independencia de México
Esto me ha movido a realizarle una escultura de 50cm de alto en bronce, reconociendo fuera de todo apasionamiento y que en la base lleva una placa con una leyenda que pensé seria apropiada y de mi propio criterio y además extraigo de varios libros y conceptos que creo que es conveniente que conocieran todos los mexicanos: (texto de la placa)
Queridos amigos, inconforme con las injusticia de la historia
que se cometióal no poner los restos de Iturbide en el
monumento de la independenciasiendo que él fue el que si logra
la independencia de México;
que se cometióal no poner los restos de Iturbide en el
monumento de la independenciasiendo que él fue el que si logra
la independencia de México;
Esto me ha movido a realizarle una escultura de 50cm de alto en bronce, reconociendo fuera de todo apasionamiento y que en la base lleva una placa con una leyenda que pensé seria apropiada y de mi propio criterio y además extraigo de varios libros y conceptos que creo que es conveniente que conocieran todos los mexicanos: (texto de la placa)
Agustín de Iturbide 1783 México
TODOS CAYERON EN EL GLORIOSO
INTENTO
SOLO TU LOGRASTE CONSUMAR
LA INDEPENDENCIA, POR ESO
LA PATRIA
PARRICIDA TE LO AGRADECIÓ
FERTILIZANDO CON TU SANGRE
¡LA LIBERTAD!
Por un comunicado que vi en internet el 31 de agosto del 2010 me entere que la arquidiócesis de México exhibiría los restos de Iturbide en la catedral a partir del 1 de septiembre. Y se le tilda de corrupto.
FRAGMENTOS:
En 1838 fueron inhumados con honores de emperador los restos de Agustín de Iturbide en la capilla de san Felipe de Jesús en la catedral de la ciudad de México honrado por muchos, conmovidos ejército y pueblo que en ese entonces lo querían mucho. La ceremonia funeraria de reconocimiento la hizo el presidente Don Anastasio Bustamante. El 21 de de septiembre de 1821.
“Mi única ambición es la gloria”, solía decir. Y ciertamente, parece que nació predestinado a ella. Con todos los demás apelativos paternos y maternos del personaje: Agustín Cosme Damián de Iturbide y Arregui, Aramburu, Carrillo y Villaseñor.
En 1820 Iturbide era un hombre en plenitud de facultades físicas y mentales, un poco mas aquellas que estas, puesto que era gran amador y galante caballero. Cuando uno de sus biógrafos lo describió parecía que no está hablando de un personaje de la historia sino de un artista del cinematógrafo: “joven aun, y en la fuerza de vida; gallardo, fuerte, robusto, de distinguido aspecto; de elevada estatura, semblante ovalado, cabello de color castaño, rojizas patillas, blanca y encendida la tez, dorada a fuego por el sol, azules los ojos de mirar sutil y firme…” una gaceta de su tiempo hizo una descripción de su figura, dedicada “ a las damas que no han tenido la fortuna de tratarlo”: “ es festivo; magnético y majestuoso su semblante, cultos y agradables los modales, insinuante la palabra…” ,“festejado, aplaudido, envidiado, admirado, derrochador, osado, valiente, esplendido, que de extrañar es que diese buena cuenta de una mujer hermosa, cuando la vida la retozaba en las venas, le abrillantaba los ojos y le erguía el cuerpo, y cuando sabia lo llamaba “adonis” y venia de cuatro o cinco años de andar a caballo día y noche con soles, aguaceros, ventiscas y ventarrones sobre pecho y espalda; entre cieno, sangre y balas, jugándose la existencia cada día encarado con la muerte, escapado de tarde en tarde a la fatiga y a errar eterno para venir a México a departir con el virrey y a rendir cortesano acatamiento .
La gente se admiraba en herraderos y charreadas viéndolo hacer las más arriesgadas suertes de la charrería y torear metiéndose en medio de los pitones con una sonrisa despectiva, como diciéndole a la muerte “!a ver alcánzame!”;Lo alcanzo finalmente, por supuesto como a todos finalmente nos alcanzara ,pero no sin que Iturbide la burlara muchas veces con un gentil giro de torero.
Dicen quienes aquel día lo vieron combatir que no dejaba de reír al tirar tajos mandobles, y que parecía estar jugando mientras mandaba a sus rivales al otro mundo. Semejaba a un mosquetero de película. Ya para entonces sus soldados que comenzaban a admirarlo con pasión rayana en el fanatismo, lo apodaban “el dragón de hierro”.
Los insurgentes estaban en unos cuantos grupos de guerrilleros que controlaban su permanencia atrincherados en las islas de lagos y ríos o en las cumbres de las montañas del sur Entonces fue designado para combatirlos Iturbide, siendo nombrado comandante en la región, de inmediato se puso en contacto con su enemigo y proclamo un plan de independencia en Iguala.
Ambicioso de gloria fue siempre Iturbide, y dueño de inteligencia penetrante que le permitió darse cuenta muy pronto de que ni los insurgentes podrían ganar por la fuerza de la independencia ni los españoles podrían mantener siempre a México bajo su dominación. Solo el acuerdo entre ambos, concluyo bien pronto, traería la paz y la libertad a este país, sacudió violentamente por más de diez años de feroz lucha fratricida.
No sabemos quién inspiro a Iturbide a su movimiento para dar la independencia a México. De una cosa si podemos estar seguros: Iturbide escribió por sí mismo, de su puño y letra, el plan en que resumió sus ideas políticas y su proyecto de nación.
Eso lo declara don Carlos María de Bustamante, que lo oyó de los labios de Iturbide. Le conto que en aquellos acelerados días ni si quiera pudo disponer de un escribiente que le tomara dictado, de modo que el mismo redacto en casi todas partes el que sería luego el plan de iguala. Le hizo algunas correcciones y lo paso en limpio. Como dijo don Vicente Riba Palacio “el mismo Iturbide llamo suyo el Plan de Iguala en el manifiesto que se publico después de su muerte, diciendo que solo él lo concibió, lo extendió, lo público y lo ejecuto aunque después de formado lo consulto con las personas mejor reputadas de los diversos partidos; de la que no hubo una que no lo aprobase, sin hacer en el modificaciones, supresiones ni aumentos.
El capitán quintanilla no podía dar crédito a lo que estaba escuchando. Su jefe Iturbide, enviado por el virrey a combatir a quienes luchaban por la independencia, le acaban de decir que su plan era precisamente proclamarla.
Con desconfianza y recelo veía quintanilla a su superior. ¿Se había vuelto loco de repente?
Cuenta el historiador Zabala que después de abrazarse y decirse las primeras palabras se reconciliaron, Guerrero e Iturbide se emocionaron de tal modo que los dos rompieron a llorar como unos chiquillos. No es de dudarse tal afirmación ni ha de ponerse en tela de juicio aquellos lacrimógenos excesos que ahora nos parecen cursis. Tiempo era ese de romanticismo desbordado, y a la menor provocación los hombres como las mujeres abrían las cataratas de su llanto. –Ambos jefes- relatan a don Lorenzo- estaban como oprimidos bajo el peso de tan grandioso suceso, ambos derramaban lagrimas que hacía brotar un sentimiento grande y desconocido.
La fragilidad nacional en torno al plan de Iguala, estallo en pedazos apenas instalado el congreso constituyente, después de muchas peripecias fue coronado en la catedral de México el 21 de julio de 1822 a pesar de los forcejeos y de la resistencia el congreso le acepto la monarquía gobierno efímero que acabo con su destierro a Italia , el congreso decreto fusilarlo si pisaba tierra mexicana, así el decreto se cumplió en 17 de julio de 1824 para muchas generaciones se trato de un parricidio, parecía inconcebible que el autor de la independencia fuera frustrado sin juicio sumario sin atender argumentos y lejano pueblecillo que quien sabe dónde queda, solo se sabe que está en Tamaulipas y se llama “Padilla” se dice que sus últimas palabras fueron “en el acto mismo de mi muerte os recomiendo el amor a la patria”.
Increíblemente cuando fueron llevados a México los restos mortales de hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, Matamoros, Morelos y otros caudillos insurgentes, se rindió también homenaje a Iturbide, y en uno de los salones del congreso se puso un cuadro dentro del cual se colocaron el bastón de mando del emperador y el luciente sable que lleva el 27 de septiembre de 1821, fecha de su triunfal entrada a México frente del ejercito de las tres garantías. Así aquellos primeros diputados rindieron también homenaje a Iturbide.
Agustín de Iturbide fue a la tumba envuelto en un tosco sayal. Ni siquiera hubo para el caja mortuoria: su cuerpo se entrego a la tierra desnuda, y las paladas del sepulturero cayeron sobre él como si el suelo mexicano quisiera abrazarlo estrechamente. La áspera estameña del humilde hábito de los franciscanos fue al mismo tiempo ataúd y mortaja para aquel que había vestido el rico armiño del manto de los emperadores. En la arruinada iglesia de san Antonio de padilla, que ni techo tenía ya, en una fosa que se cavo de prisa, sin monumento alguno que señalara el sitio en que reposaba el liberador su sueño eterno, ahí quedo Iturbide olvidado de todos. Había dado a los mexicanos independencia y libertad, y ellos lo persiguieron, lo desterraron, lo proscribieron, lo llamaron traidor, lo fusilaron en un cadalso deshonroso, y por fin lo sepultaron y cubrieron de tierra su cuerpo, y de lodo su memoria.
Años después el nombre de Iturbide fue inscrito en letras de oro en el recinto del congreso nacional, y ahí estuvo por muchos años el nombre de quien es el único y verdadero autor de nuestra independencia. Tan pronto don Anastasio Bustamante dijo que Iturbide era un héroe todos recordaron súbitamente que en efecto lo era.
Pasado algún tiempo su nombre fue quitado, varios diputados hicieron traer coñac de una cantina cercana para celebrar la patriótica medida y brindaron, dijo un cronista de la época, en torno de una charola con copas mientras las letras iban cayendo una tras otra “con una extraña sonoridad”. Era presidente de la republica Álvaro Obregón.
Se puede asesinar a los hombres y arrancar de los muros las letras de sus nombres. Nada sin embargo, es suficiente para borrar el merito, la memoria de quien dio la independencia a un pueblo. Y niéguelo quien lo niegue, eso fue lo que hizo Iturbide. Por eso inspiro una profunda emoción la expresiva inscripción latina que se puso en el piso de la catedral de México.
AGUSTÍN DE ITURBIDE.
AUTOR DE LA INDEPENDENCIA MEXICANA
COMPATRIOTA LLÓRALO;
PASAJERO, ADMÍRALO.
ESTE MONUMENTO GUARDA LAS CENIZAS DE UN HÉROE.
SU ALMA DESCANSA EN EL SENO DE DIOS